Después de China, Rusia organizó también su primera cumbre económica con la totalidad de los 54 países africanos y sus organizaciones regionales más importantes hacia finales de octubre pasado. Durante dos días de discusiones e intensas negociaciones entre las varias delegaciones y los 40 jefes de Estado, se firmaron más de 500 documentos importantes, incluyendo acuerdos, memorandos y contratos efectivos con valor de más de 20 mil millones de euros.
Actualmente, el comercio entre Rusia y África es del orden de 20 mil millones de dólares, un aumento del 17% en relación al año anterior. El número es muy lejano de los 170 mil millones del comercio China-África, pero el presidente Vladimir Putin anunció proyectos para duplicarlos en los próximos 4-5 años. Aprovechó para recordar que Rusia canceló más de 20 mil millones de dólares en deudas acumuladas por los países africanos durante el período soviético, “no solamente por razones de generosidad, sino también como manifestación de pragmatismo, ya que muchos países africanos no lograron pagar los intereses sobre los préstamos y, también, para iniciar una nueva fase de cooperación económica y política eficaz, basada en el principio de cambio de deudas por desarrollo”.
Al contrario de China que, a cambio de acceso a materias primas africanas, es capaz de ofrecer voluminosos préstamos en términos favorables, para la construcción y administración de grandes obras de infraestructura, como ferrovías, carreteras, puertos y presas, Rusia no tiene gran necesidad de esas materias primas, toda vez que las tiene en abundancia. Y esto también se aplica a la energía y las codiciadas tierras raras, materiales de importancia estratégica para los delicados sectores militares, de comunicaciones y tecnologías más avanzadas.
Moscú pretende fortalecer y dar prioridad, sobre todo, los lazos científicos y culturales con el continente, lo cual, según muchas evaluaciones, promete convertirse en un nuevo centro de oportunidades y crecimiento de la economía mundial –algo que, por desgracia, Europa prefiere ignorar.
El viejo análisis de las relaciones ruso-africanas pretende ver a Moscú solamente como un abastecedor de armas al continente, papel que Rusia aún ejerce, con el aprovisionamiento de armas y entrenamiento militar. Pero pocos se guían hacia el hecho de que Rusia también es uno de los principales abastecedores de alimentos para los mercados africanos.
Aparentemente, la intención rusa es de más largo plazo que económica, buscando la creación de un nuevo mecanismo de diálogo y asociación con el continente, en el ámbito de la formación de un orden político internacional multipolar. El foro de Sochi pretendió ser el primero de una serie a repetirse cada tres años, preparada con reuniones más frecuentes con rango ministerial, de acuerdo con los temas decididos en conjunto.
Putin, obviamente, recordó el apoyo ruso a la lucha de los pueblos africanos contra el colonialismo, el racismo y el apartheid, y renovó el compromiso de defender la independencia y soberanía de los países del continente. Hoy, además de participar en la construcción de infraestructura, Moscú pretende mantener el compromiso con la formación profesional y científica de miles de jóvenes africanos, tanto en las universidades rusas, donde se preparan 17 mil estudiantes africanos, sino también en los nuevos centros de cultura y cualificación profesional, que Rusia pretende crear en muchos países africanos.
Es importante observar las nuevas áreas de cooperación discutidas en Sochi: además de infraestructura, recursos energéticos renovables, energía nuclear para fines pacíficos, tecnologías digitales, salud, seguridad informativa y las nuevas fronteras de la ingeniería.
Un aspecto no secundario del foro de Socchi fue el compromiso del promover las relaciones entre la Unión Económica Eurasiática y los Estados africanos, especialmente con sus organizaciones, como la Unión Africana. Esto es todavía más relevante si consideramos que hace apenas algunos meses, se firmó el contrato para un mercado africano exento de impuestos, en Niamey, Níger.
El presidente ruso, naturalmente polemizó con “ciertos Estados occidentales que están ejerciendo presiones, intimidaciones y chantajes” contra África, afirmando la determinación de oponerse a cualquier “juego geopolítico” involucrando al continente.
De acuerdo con la declaración final, el foro también se comprometió expresamente a “promover un relacionamiento más cercano y profundo de cooperación y asociación entre los países de los BRICS y África, a fin de fortalecer los mecanismos colectivos de gobernanza global dentro de un sistema multipolar de relaciones internacionales”.
Todo esto nos lleva a preguntar : ¿cuándo la Unión Europea (UE) , como institución, promoverá reuniones regulares con la Unión Africana y el conjunto de jefes de Estado de África, para planear juntos una iniciativa continua y fructífera de cooperación y desarrollo entre os dos continentes? La alternativa a esto son nuevas y atemorizantes formas de neocolonialismo. Como lo dijo recientemente el presidente del Consejo de Ministros de Italia, Giuseppe Conti.
Por desgracia, con raras excepciones hasta ahora, Francia prefiere una relación directa y particular con los países de lengua francesa, Inglaterra hace lo mismo con los países de lengua inglesa y otros países europeos, como Italia, intentan infiltrarse en las “brechas” dejadas para insertar a sus empresas en varios proyectos de desarrollo.
Muchas veces, sin embargo, este comportamiento solamente genera tensiones y conflictos entre los europeos, los cuales minan más la credibilidad de la UE.
*MSIa Informa